La creación de algo nuevo
En teoría de la creatividad se suelen establecer tres fases que hay que transitar para realizar una creación. La fase negra, la fase blanca y la fase roja. Haciendo un pequeño resumen, la fase negra supondría un pequeño drama, una ruptura. Hay que darse cuenta de que algo no funciona y que se quiere romper con ello. La fase blanca se correspondería con el reino de la imaginación, de las ideas, del sueño, de la utopía. En ella todo es posible, es la más embriagadora de todas y también la más peligrosa, muchos proyectos se estancan en ella. Por último, la fase roja es la fase de la realidad, la más difícil, la de la puesta en marcha, la del esfuerzo, la de tener los pies en el suelo y trabajar. Todas estas fases son necesarias para poder construir algo nuevo y se deben seguir en ese orden, secuencialmente.
Nuestra cooperativa ha dado un paso de gigante, uno más desde que ya hace tiempo cruzamos el punto sin retorno. Cuántos de nosotros hemos tenido que ahondar en la explicación a nuestros allegados de qué y quiénes somos. Cuántas miradas suspicaces hemos tenido que asumir. Cuántas expresiones del estilo “no, si la idea es buena… pero”. Pues bien, ya no es una idea. Estamos en plena fase roja, lo hemos pisado, tenemos una dirección que dar a los incrédulos; un lugar, un loci desde donde dar impulso real a nuestra ilusión. Acabamos de empadronar un sueño.
Los antiguos romanos sabían que todo lugar donde se iba a desarrollar un hito importante estaba auspiciado por el genio del lugar, el genius loci. Este espíritu gobernaba la realidad del espacio de su competencia y las presentaciones debían ser realizadas en la forma debida. Ya no están de moda las liturgias ni los ritos, pero dar la adecuada importancia a unos hechos significativos y al lugar donde ocurren no deja de tener cierta transcendencia; forma parte integral de cómo hacemos las cosas y qué significado tienen para nosotros. Hemos tenido el privilegio de visitar las obras de nuestra casa. Ha sido un momento mágico de comunión entre las personas que lo hemos compartido. Mágico, pero también comprometido. Éramos procuradores de una comunidad que ha ofrecido con manos abiertas su trabajo, su tiempo y su ilusión en pro de una hermosa idea. Y con esa idea nos presentábamos con ojos sonrientes ante el genio del lugar.
Y el genio nos recibió con simpatía.
De la mano de Pablo, en su papel de entusiasta cicerone, comenzamos la visita guiada a las obras. Fue un privilegio ser informados por quien forma parte activa del diseño y gestión de las obras. Aunque esta visita, no se trataba de una simple visita de obra. Era una presentación en toda regla. Qué distinto debió de ser de esa primera visita cargada de fe y esperanza que nos avanzaba una desproporcionada cantidad de trabajo a realizar. En esta visita ya no había promesa, había ejecución, movimiento, albañiles trabajando, dirección de obra anticipando, actividad… vida. La estupenda presentación en 3D del pasado 15 de mayo empezaba a tomar cuerpo, se olía, se palpaba.
El espacio está diseñado desde lo más simple a lo más complejo. Denota un trabajo profesional y vocacional por parte de todos aquellos a los que ha involucrado, pero sobre todo adelanta una realidad que es ya imparable: esto está en marcha y responderá con creces a todo lo que nos hemos imaginado.
La importancia de este acto es crucial. Hemos evolucionado como organización. Es lógico utilizar el término evolución porque nos hemos transformado partiendo de algo prexistente. ¿Hemos creado algo nuevo? también, pero no venimos de la nada. No existe la generación espontánea. Llevamos un tiempo considerable de peregrinaje cargados con expectativas y anhelos. Con nuestro trabajo y empeño hemos dejado atrás el mundo de lo irreal y ahora pisamos nuestro destino. Somos una organización robusta que tiene los pies sólidos y que llega a los sitios como los magos del Señor de los Anillos, ni tarde ni pronto… sino cuando tienen que llegar. El hecho de trastear entre las paredes de nuestro supermercado es crucial para alimentar la motivación. Sin embargo, como sabe todo peregrino al llegar a Santiago el camino no termina, hay que llegar a Fisterra. Estamos en una fase bella pero peligrosa. Es poco lo que nos falta para arrancar definitivamente nuestro proyecto, nuestro ansiado supermercado cooperativo. Pero es también la parte más intensa de todas y por tanto la que puede dar al traste con todo el recorrido si pisamos en falso o nos entretenemos en descansar. Ahora tenemos que estar despiertos, alertas. El increíble equipo profesional del que disponemos nos ha liderado hasta llegar aquí. Ahora tenemos que devolver el favor. Ellos han funcionado como espoleta, ahora nosotros debemos ser el explosivo.
El fin de un ciclo
En nuestra pequeña tienda de Malasaña, en nuestra querida 2decologico se ha cerrado un ciclo. Ya no se harán más cestas. Nuestro proyecto ya no funcionará más como grupo de consumo empezaremos con la venta directa también para los cooperativistas. Vamos a empezar a funcionar este verano (y hasta la apertura del supermercado) aproximando ya las pautas de la cooperativa. Vamos a acondicionar nuestras cabezas para aprender a funcionar en la nueva normalidad. No esa tan fea que nos están pintando con el coronavirus sino la normalidad de nuestro proyecto… y vamos a hacer falta todos. Tenemos que empezar a experimentar ese espíritu de colmena que sustenta todo esto. Van a hacer falta voluntarios de muchos estilos (cada uno en función de su biografía). Ya hay mucha gente trabajando de forma increíble en las distintas comisiones, pero hacen falta más. Ahora necesitamos brazos y cabezas para arrancar la maquinaria. Es necesario cubrir turnos de ayuda en la tienda para que el equipo profesional pueda aumentar su dedicación al recién nacido, que necesita muchos cuidados y atenciones; y necesitamos compromiso y calidad para acom
pañarles en el supermercardo y reemplazarles en la tienda. Dentro de poco concretaremos estas demandas y necesidades. Forma parte de la responsabilidad que asumimos al pertenecer a esta comunidad. Así que estad atentos, es la hora de las abejas.
Y ahora ¿qué?
En fin, ya queda menos para hacer historia. En estos tiempos de “picos de actualidad” efímera donde la noticia de ayer ya no vale hoy, nosotros estamos haciendo algo completamente inusual, estamos construyendo un relato. Con nuestras ideas, con nuestro esfuerzo, con nuestra cabezonería estamos escribiendo una narrativa simple pero poderosa. Algo tiene que cambiar en las personas para influir en los grupos, algo tiene que cambiar en los grupos para influir en los barrios, algo tiene que cambiar en los barrios para influir en las ciudades… el movimiento se demuestra andando, o como dijo el poeta, se hace camino al andar. Si los amargados se estancan en su fracaso durante la fase negra; si los iluminados se quedan flotando en su autocomplacencia durante la fase blanca; nosotros hemos seguido, hemos bajado a tierra, nos hemos remangado y hemos creado algo tangible que se puede pisar, tocar, oler y mirar. Estamos en plena fase roja. Formamos parte de esa pequeña fracción de humanos que lleva a cabo sus sueños y los traduce en realidad; y todo ello en medio de una brutal crisis de identidad que tiene a nuestra sociedad en jaque preguntándose quién es y qué hacer. ¿Seremos nosotros una porción de la respuesta?
Por Nacho Benítez Socio de LA OSA